un texto de Mariano Arnal para mi nena "exuberante", diligo te.


EXUBERANTE
Exuberante se escribe sin h, porque uber, úberis (que evoluciona a ubre), no la lleva. De la forma adjetiva úberes (el sustantivo es neutro, úbera) procede nuestro término ubre, ubres por simple caída de la débil postónica. En latín este lexema tiene un amplio desarrollo: uber (n., pref. en pl. úbera) ubre, pecho, seno, teta, mama; uber (adj.) abundante, copioso, lleno, bien nutrido, grande (tiene además el comparativo uberior y el superlativo ubérrimus); uberatus, a, um, dotado de ubres, capaz de abundancia y plenitud; úbere, copiosamente, en abundancia; ubertas abundancia, fertilidad, fecundidad, riqueza, ubertim, abundantemente, copiosamente; ubertare, fertilizar, fecundar, hacer fecundo; ubertus, a, um, abundante, copioso, fértil, productivo. Uberare, fertilizar, fecundar, producir, ser fecundo.
La forma de participio presente -ante procede de este último verbo que expresa la actividad propia de las ubres, que es producir leche, y más que producir, manar. El prefijo ex acentúa aún más esta idea de abundancia: expresa el movimiento de dentro a fuera, de salida. Exuberante es en principio una ubre que está derramando la leche que ya no le cabe dentro, porque no para de manar; una ubre que rebosa. Y por analogía, cualquier superabundancia.
En el desarrollo completo del lexema se aprecia inequívocamente la relación entre las ubres (aplicado a nuestra especie, pechos) y la abundancia de origen vital, y por extensión de cualquier otra abundancia. Los lexicólogos creen que este lexema deriva del griego ouqar (úzar), que significa también ubre, racimo del que se exprime el mosto, la parte más fértil de un campo. Las ubres, los pechos son el paradigma de la abundancia, de la riqueza; más que el vientre. No perdamos de vista que si en el arte del paleolítico las "Venus", es decir el ideal de la belleza femenina, exhibían por igual su poder en el vientre y en los pechos, en el desarrollo sucesivo el vientre cedió su protagonismo a los pechos, que siempre fueron y siguen siendo tratados con especial amor por los artistas; reflejo evidente de la universalidad de estas inclinaciones.
Nada tendría de extraño que el erotismo que irradia de los pechos no sea ajeno a un instinto de selección de pareja que prima la capacidad amamantadora como la virtud excelsa que permitirá sacar adelante con esplendor los frutos del vientre; porque no hubo cosa más triste, antes de la lactancia artificial, que ver cómo languidecían los hijos por la escasez o por la falta de vigor de la leche materna; ni mayor felicidad que verlos crecer tan hermosos durante la lactancia gracias al vigor de las ubres. Por eso se consideró la exuberancia como el no va más de la abundancia: se creó esa palabra para expresar una abundancia tal de las ubres, que van perdiendo la leche sobrante después de hartarse la criatura. Esa idea se mitificó y se dotó de leyenda en todas las culturas. En la mitología cristiana, nada menos que con la leche que rebosaba de los pechos de la Madre de Dios (este epíteto es una de las claves del mito) cuando huía de Egipto con su hijo en brazos para escapar de las manos de Herodes, con el reguero que fue dejando esa leche, se formó la Vía Láctea, el Camino de la Leche. El mayor de los prodigios de la exuberancia.
Mariano Arnal


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2 comentarios:

JA JA!!! PUES SI NENE EFECTIVAMENTE SON EXUBERANTES. DILIGO TE

12:34 p.m., junio 05, 2009  

Muy buen análisis de la palabra y además combinado con teoría antropológica-sociológica. Muy completo. Los senos, una de las pocas partes de mi cuerpo con las que estoy conforme, ja,ja,ja...

9:40 a.m., junio 06, 2009  

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