Sueños


Esta noche te he visto en sueños. Corrías y corrías y me invitabas a perseguirte. Pero yo no llegaba. Atravesaba prados, montañas y ríos, siempre tras tus pasos, y cuando alcanzaba el lugar donde habías estado, donde te había visto unos momentos antes, ya no te encontraba.
Cada una de estas veces, me arrodillaba y lloraba con impotencia, desesperado. Pero no cejaba nunca, y con una nueva fortaleza, que se reunía en mi interior debajo de mis lágrimas, me lanzaba a tu busca de nuevo.
Así pasaron horas, días, semanas, meses. No sé cuánto tiempo duró, mas a mí se me hizo eterno.
Llegó un día en que te vi, de pie frente a un acantilado, sonriéndome, con esa sonrisa tuya tan cálida. El viento acariciaba tus cabellos, y tu rostro parecía en paz. Entonces quise guardar esa imagen para siempre, para que como otro corazón palpitante, diese calor a mi cuerpo cuando el mío estuviese helado. Yo mismo sonreí, a través de las lágrimas que habían empezado a correr por mi rostro al verte. ¡Estabas ahí, y no era una ilusión, ni un engaño! Realmente estabas ahí, esperándome…
Sucedió muy deprisa. De repente desapareciste, y comprendí, en un brevísimo instante lleno de dolor, que habías caído. Sin pensarlo me lancé tras de ti, con una sola cosa en mente: No te perdería.
Alargué mi mano para estrechar la tuya y cuando nuestros dedos se rozaban, desperté.

Mi almohada sigue húmeda por las lágrimas. Y aunque esta se pueda secar, mi corazón seguirá sangrando. Sangrando lágrimas inútiles, porque estas no pueden devolverme tus caricias, tus suspiros, tu aliento en mi cuello, tu mirada y tu voz. Sangrando lágrimas, porque ni siquiera en mis sueños puedo alcanzarte, porque te he perdido para siempre, aunque me niegue a creerlo. ¡Curiosa ironía, que sea el inconsciente quien se encargue de concientizarme de la realidad! Y no obstante soy feliz de haber vuelto a verte, incluso aunque te haya tenido que perder, otra vez…

Entradas más recientes Entradas antiguas Página Principal