Hoy, si bien no es algo directamente relacionado con los escritores sino mas bien con los impresores, me ha llamado la atencion algo de lo que me he enterado por casualidad en un platica unos sabados atras, pero que hasta hoy he tenido la posibilidad de postear dignamente, como sabran algunos oficios tienen sus maestros, otras artes sus santos patronos y etc, pero sólo los calígrafos pueden aseverar tener un demonio patrono: TITIVILLUS.

Titivillus fue creado en broma por los monjes medievales para lograr un propósito serio. La naturaleza repetitiva de la vida monástica era desgastante. Los monjes solían dejar de prestar la debida atención a su trabajo y entonces mutilaban o se les escapaban palabras, cometiendo errores ortográficos. Era necesario recordarles que la falta de atención era un pecado.

Lo que Titivillus hacía cuando escuchaba o veía un error fue lo que le otorgó su condición demoníaca. Titivillus estaba obligado a encontrar diariamente suficientes errores para llenar mil veces su bolsa, los cuales el Diablo bajaba al infierno, donde cada pecado era debidamente registrado en un libro con el nombre del monje que lo había cometido, para ser leído el Día del Juicio Final.

Se podría pensar que la búsqueda de errores por parte de Titivillus era tarea fácil. En The Cloisters Manuscript ("El manuscrito de los claustros"), como se lo conoce en la actualidad, producido entre 1325 y 1328, quince santos fueron accidentalmente omitidos en el calendario, y los nombres de más de treinta de ellos contenían errores de ortografía. Ya seguramente una bolsa llena.

No obstante, la presencia de Titivillus tuvo su efecto. Los monjes rápidamente comenzaron a tener más cuidado.

Tiempo despues los escribas, sobrecargados de trabajo debido a las increíbles exigencias de las universidades en materia de textos, negaban toda responsabilidad por los errores que aparecían en los manuscritos que tenían que producir con la mayor premura. El diablo, afirmaban, los había tentado para que cometieran errores y Titivillus, reconocido como el autor de sus erratas, se convirtió en patrono más que en una peste, ya que los absolvía de culpa y cargo.

Titivillus, una creación de la era medieval en el amanecer del Renacimiento, rehusó la luz de la razón y su nombre rápidamente cayó en el olvido. Pero nadie lo había exonerado de sus tareas diarias. A medida que aumentaba la popularidad de la imprenta y mermaba la riqueza de la caligrafía, diversificó sus actividades. El monje piadoso que editó el manuscrito Anatomy of the Mass (Anatomía de la misa) en 1561 tuvo que agregar al delgado libro de 172 páginas de texto una fe de erratas de quince páginas, un récord en materia de errores en un trabajo tan breve. La fe de erratas comenzó con una explicación por parte del monje a esta terrible situación: indudablemente, era trabajo del Diablo. El manuscrito de alguna manera se había ensuciado y empapado antes de llegar al impresor, quien, luego de estudiarlo mientras lo sostenía con cierta repugnancia, había sido inducido misteriosamente a cometer esta cantidad jamás superada de errores en una composición tipográpca.

Sixto V, papa desde 1585 hasta 1590, aparentemente desconociendo a Titivillus, autorizó la impresión de la Biblia Vulgata traducida por Jerome. No queriendo correr riesgo alguno, el papa emitió una bula papal excomulgando en forma automática a cualquier impresor que le efectuara una alteración al texto. Ordenó que la bula fuera impresa al comienzo de la Biblia. Examinó personalmente cada hoja a medida que salía de la prensa. No obstante, la Biblia Vulgata contenía tantos errores que hubo que imprimir correcciones que fueron recortadas y pegadas encima de los errores en cada ejemplar de la Biblia. El resultado provocó un sinnúmero de comentarios irónicos sobre la irregularidad de la infalibilidad papal, y el papa Sixto no tuvo otra opción que ordenar la devolución y destrucción de la totalidad de los ejemplares. No obstante, según se dice, uno fue preservado como testamento a la obra o de Titivillus.

Desde el Renacimiento, los libros, y más recientemente los diarios, han abundado en errores tipográficos que carecen de explicación aparente. Pero es evidente en quién recae la culpa. Quién más podría haber hechizado con tanta maestría a los editores del Oxford English Dictionary, que durante el último medio siglo en cada edición de este trabajo eminente se hace una referencia incorrecta en la página lo que no sorprenderá a nadie donde se menciona a Titivillus. El rebrote actual del interés por la caligrafía es indudablemente del agrado de su demonio patrono.

Asi que ahora ya lo saben, si tuvieran un error de escritura en la PC ( lo cual por lo menos a mi me sucede mucho y muy seguido al escribir aprisa) no duden en apuntar al culpable, quien no sera otro que "C1b3r-TTV1lu5" la version cibernetica (Algo asi como version 2.0) que acabo de inventar para este travieso diablillo y que me propongo adoptar como Demonio patrono de los que escribimos en computadora.

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